miércoles, 17 de junio de 2009

Rojo

Me sostengo sobre mis cuatro patas, con una de ellas rasgo el piso, declaro la guerra. La gente se vuelve loca, saben que el show va a comenzar y entra mi enemiga vestida y armada para esta batalla, con su banderín y esa tela color rojo; rojo como mi sangre, rojo como una manzana. Que mas puede hacer un torito, la presión me hace atacar, ese ruido, esos gritos y sobre todo mis patas me impulsan corro hacia la tela roja, roja como el infierno, como el diablo; y el grito unánime: "oleeeé!". He fallado, esa tela roja fue movida por mi enemiga, mi enemiga armada. Me doy cuenta que esto no es un juego, es una guerra, no se trata de entretenimiento, es ella contra mi.
Oleeeeeeé de nuevo, y siento como me punza ese banderín, armada esta y hasta los dientes. Empieza a caer sobre mi espalda, es mi sangre color rojo. Yo un torito nada mas me digno a ver como la gente enloquece mas y como mi enemiga con su tela roja trae mas banderines, guerra mi rojo corazón contra sus rojos labios. Marco el piso de nuevo, pateando con una pata anunciando que aun estoy en una guerra, la gente espera a que me lance de nuevo... Olé! Olé! Olé! un banderín nuevo sobre mi espalda, y esa roja tela sigue en su mano, roja como el fuego, roja como la pasión.
La gente grita este espectáculo esta al rojo vivo, ella quiere que me lance sobre su tela roja y lo haré, pero la sorprenderé, la sorprenderé o moriré. Olé! fallo de nuevo, Olé! estuvo cerca, Olé! creo que estoy lejos. Tres banderines que tiñen mi espalda de rojo, rojo como sus labios, rojo como su tela, rojo como mis ojos.
Entre banderín y banderín el paso se hace mas pesado, pero marco el piso, señalo que estoy en guerra y que la sorprendo o muero, pero ya no es una mujer con un banderín, es una con ojos verdes y con una tela roja. Me lanzo desesperado, si la roce, si la toque, pero un olé que anuncia que el golpe mas fatal me lo llevo yo. Olé, la sangre ya cae al piso. Olé! la gente quiere que mi rojo corazón sea la víctima.
Mi enemiga trae una espada, tropiezo, sin mover mis patas, mi sangre marca el suelo, sigo en guerra. Me lanzo no tan velozmente, pero con mas fuerza que nunca. Oleé, y ahí en mi lomo me encajo su espada que era plateada pero ahora es roja, rojo muerte, rojo dolor, rojo mas definitivo, mi rojo. Pero se que la sorprenderé, lo haré cuando ella extrañe al torito que de rodillas murió.

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